EL VALOR DEL OPTIMISMO

Esta vez me pregunto…¿Podemos desbloquear nuestro potencial extraordinario?

Finalmente el optimismo no es simplemente una actitud positiva frente a la vida; es más que eso, es una herramienta poderosa que puede transformar la manera en que enfrentamos nuestros desafíos y alcanzamos nuestras metas. Elsa Punset, destacada investigadora en el campo de la inteligencia emocional(y que me encanta) ha explorado cómo el optimismo puede ser un catalizador para el cambio mental, permitiéndonos liberar nuestro potencial oculto.

La ciencia del optimismo

Numerosos estudios científicos han demostrado que el optimismo tiene un impacto profundo en nuestra salud mental y física. Investigaciones recientes sugieren que las personas optimistas no solo tienen una mayor esperanza de vida, sino que también experimentan menos enfermedades crónicas. Un estudio realizado por la Universidad de Harvard, por ejemplo, encontró que el optimismo puede reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares y mejorar la capacidad del cuerpo para recuperarse de situaciones estresantes.

¿Qué sucede en nuestro cerebro cuando adoptamos una mentalidad optimista? Pues la neurociencia ha descubierto que el optimismo está relacionado con la activación de áreas cerebrales vinculadas a la recompensa y la motivación. Esto significa que cuando vemos el mundo con ojos optimistas, estamos más inclinados a perseverar frente a los obstáculos, lo que nos acerca más a nuestros objetivos.

El Poder del Cambio de Mentalidad

Elsa Punset confirma de la importancia de cambiar nuestra mentalidad para poder desbloquear nuestras capacidades extraordinarias. Según ella, el primer paso es reconocer los patrones de pensamiento limitantes que nos impiden avanzar. Estos patrones suelen estar arraigados en creencias negativas que hemos internalizado a lo largo del tiempo. Cambiar estas creencias no es fácil, pero es posible a través de la práctica constante y la autorreflexión.

Un cambio de mentalidad implica aceptar que el fracaso no es el fin, sino una oportunidad para aprender y crecer. Implica también comprender que nuestras capacidades no están fijadas, sino que pueden desarrollarse con esfuerzo y perseverancia. Este tipo de mentalidad, conocida como "mentalidad de crecimiento", ha sido ampliamente estudiada y se ha demostrado que es fundamental para alcanzar el éxito en diversas áreas de la vida.

Diana Nyad: Un ejemplo de superación

Un ejemplo inspirador de cómo el cambio de mentalidad y el optimismo pueden llevarnos a alcanzar logros extraordinarios es la historia de la nadadora Diana Nyad. A propósito vi su película en Netflix y aquí estoy compartiendo las reflexiones y miles de preguntas que me hice. Bueno, ella a los 64 años, se convirtió en la primera persona en nadar desde Cuba hasta Florida sin la ayuda de una jaula anti-tiburones, tras varios intentos fallidos. Su hazaña fuera de todo límite imaginado, no solo fue un triunfo físico, sino también mental.

Nyad se enfrentó a innumerables desafíos, desde las medusas venenosas hasta el agotamiento extremo, pero lo que la mantuvo en marcha fue su inquebrantable determinación y optimismo. Su historia nos invita a reflexionar sobre el papel que juega la mente en la superación de límites. Como te has preguntado tras ver su película, ¿qué porcentaje de nuestra capacidad extraordinaria estamos realmente utilizando? ¿Qué nos limita? Incluso lo más sorprendente es que Nyad sufrio mas de una violación de parte de su entrenador siendo una niña.

Claramente no somos iguales, pero si creo que en todos esta esa fuerza incomensurable que nos hace superarnos y romper límites inpensados.

Los estudios sugieren que la mente puede ser tanto nuestra mayor fortaleza como nuestro mayor obstáculo. Creencias limitantes, el miedo al fracaso y la falta de confianza en nuestras capacidades pueden impedirnos alcanzar nuestro máximo potencial. Sin embargo, el optimismo y una mentalidad de crecimiento pueden ayudarnos a superar estas barreras, permitiéndonos explorar hasta dónde podemos llegar.

Reflexión final

Después de reflexionar sobre la historia de Nyad, es natural preguntarse: ¿Qué me limita a mí? ¿Qué papel juegan mi mente y mi cuerpo en lo que puedo lograr? Los estudios han demostrado que nuestra mente es responsable de gran parte de nuestro rendimiento. El famoso "efecto placebo", por ejemplo, ilustra cómo nuestras creencias pueden influir en nuestra salud física y emocional. Si creemos que algo nos ayudará, es más probable que experimentemos una mejoría.

De manera similar, cuando creemos en nuestras capacidades y mantenemos una perspectiva optimista, estamos más propensos a perseverar y alcanzar metas que parecían imposibles. Es una combinación de mente y cuerpo, donde el optimismo actúa como el motor que impulsa nuestro potencial hacia adelante.

Bueno…

Definitivamente cambiar es posible. Al adoptar una mentalidad optimista y de crecimiento, no solo podemos mejorar nuestras vidas, sino también desbloquear capacidades extraordinarias que no sabíamos que teníamos. La historia de Diana Nyad y las investigaciones de Elsa Punset nos recuerdan que el verdadero límite no está en nuestro cuerpo, sino en nuestra mente. Al entrenar nuestra mente para ser optimista, estamos invirtiendo en nuestra capacidad de lograr lo extraordinario.

Así que para la próxima vez que me enfrente a un desafío, quiero recordar esa capacidad que tenemos todos. Te bueno reflexionar y observar dónde estan nuestros límites. Es tarea personal si queremos atravesarlos y hacer cambios, yo creo que ese impulso de superación esta en todos nosotros. Al final, el optimismo no es solo una elección, es el camino hacia una vida más plena y realizada.

Te dejo el link de la película si no la has visto NYAD en Netflix

Déjame tus comentarios para conocer tu opinión.

¡Que tengas una buena semana!

Nancy

Comunicación Asertiva

¿Por qué nos cuesta tanto ser asertivos?

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Somos, antes que nada, seres sociales, tanto la fuente de nuestra felicidad como de nuestra desdicha se ubica en el plano de las relaciones sociales y afectivas. Necesitamos establecer relaciones en que nos sintamos bien, esto es principalmente, bien tratados ya sea en nuestra familia, en pareja, en el trabajo, la escuela, entre amigos, etc.

Pero si sabemos que la comunicación es importante y nos gusta que nos traten bien, ¿por qué no siempre nos sentimos bien tratados? Y por otra parte, ¿Por qué nos cuesta tanto ser asertivos y empáticos, aunque nos lo propongamos?

Si bien esto se relaciona con historias y características personales vinculadas con la forma en que fuimos criados y el proceso de toma de conciencia individual al respecto, también hay un nivel social que reproduce estos estilos.

Estamos inmersos en un contexto cultural que responde a un paradigma económico-productivo, en que el centro no es la persona como ser social, sino que la persona como un ente productivo. A diferencia del modelo bien tratante en que se dan relaciones de colaboración, en el modelo que nos rige, el valor central es la competencia, donde las personas poseen una valía relativa a su posición en torno a los procesos de producción y al poder adquisitivo.

Entendido así, las personas que están situadas al margen de estos procesos productivos (mujeres, personas en situación de discapacidad, niños, adultos mayores, etc), o las personas que están fuera de las estructuras de poder, aunque sea de manera simbólica, poseen menor valor. En el paradigma bien tratante todas las personas poseen un valor por sí mismas; el bienestar de todos está en el centro; los buenos tratos, la horizontalidad y el respeto mutuo sería parte de la forma espontánea y habitual de relacionarnos. Claro que esto no quiere decir estar en contra de la economía y de la producción, sino que es otra forma de priorizar las necesidades y las relaciones humanas.

Por esta razón es que la comunicación asertiva hoy día posee la calidad de técnica, la cual necesitamos aprender y entrenar, ya que no se da de manera natural ni del todo fluida a la hora de comunicarnos.

En la medida que incorporemos la comunicación asertiva a nuestra existencia, más allá de una técnica, sino como una conducta y una actitud ante la vida, no sólo alcanzaremos mayores grados de bienestar en nuestro entorno inmediato, además, nos va a permitir aportar en alguna medida -ya que sin duda se requieren procesos globales- a transitar hacia un cambio paradigmático. Y si imaginamos más allá, este sería no sólo un paradigma que incluya el buen trato entre las personas, sino también incorpore a los animales y la naturaleza, con todos los seres que la componen.

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