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"Cómo las Redes Sociales están cambiando la forma en que vemos el mundo y a nosotros mismos"

Tenía pensado otra idea para el blog de hoy , pero después de una conversación decidí cambiarlo. Ya que uno de los temas que más me inquieta es el impacto de las redes sociales en la identidad, especialmente en los adolescentes. En este contexto, es importante entender que las redes sociales no son solo una herramienta de comunicación, sino que reflejan una transformación social profunda, que afecta tanto la forma en que nos relacionamos como nuestra propia identidad.

Cuando pienso en cómo las redes sociales han cambiado nuestro mundo, me sorprende ver cuánto han evolucionado desde sus comienzos. Cabe destacar que antes de que Internet se convirtiera en algo común, ya existían formas de redes sociales en el mundo físico: clubes, asociaciones y grupos comunitarios eran la manera en que nos conectábamos, compartíamos ideas y formábamos amistades. La llegada de Internet a finales de los 90 y principios del 2000 trajo un cambio enorme, transformando esos grupos en plataformas digitales como Facebook, Twitter e Instagram. Estas redes hicieron posible que estuviéramos conectados con personas de todo el mundo, sin importar las distancias.

Recuerdo que cuando estudié la teoría de redes sociales como parte de mi formación en trabajo social, fue un ramo complicado. Lo encontraba denso y lleno de conceptos abstractos, pero como soy curiosa y mis ganas de entender mejor el mundo termine fascinada de ver cómo esas conexiones que antes eran físicas y limitadas se habían convertido en redes digitales vastas y complejas.

La teoría de redes sociales nos ayuda a entender cómo estamos todos conectados, no solo a través de nuestras amistades, sino también a través de una red más amplia de relaciones. Antes, nuestras redes eran limitadas a las personas que conocíamos en nuestra comunidad; ahora, con las redes sociales digitales, esas conexiones se extienden a nivel global. Pero aquí está el giro: aunque estas plataformas nos mantienen conectados, también han contribuido a la globalización de nuestra cultura, a veces causando daño o deterioro de nuestras tradiciones locales.

Lo que me preocupa es que, con todo este acceso a esta cultura globalizada, nuestras tradiciones y nuestra identidad local pueden quedar en un segundo plano. Las redes sociales han hecho que las tendencias y las ideas se difundan a una velocidad impresionante, lo que puede hacer que la riqueza y diversidad de nuestras culturas locales se pierdan. Es como si estuviéramos en una carrera constante hacia una identidad digital que a menudo no refleja nuestras raíces o nuestras historias personales, si no se funden con ideas de identidad vacias sustentadas en modas y “tendencias”.
Uno de los aspectos más preocupantes es el deterioro de la transmisión oral y las tradiciones que definen a una comunidad. La cultura, transmitida de generación en generación a través del ejemplo y la palabra, se ve cada vez más reemplazada por una identidad global desvinculada de nuestras raíces locales. Sin la memoria oral, sin el valor que le damos a nuestras propias historias y tradiciones, la cultura se diluye, se debilita, y con ella, nuestra identidad.

Los adolescentes, en particular, son los más vulnerables a este fenómeno. La adolescencia es una etapa única en la construcción de la identidad, una etapa donde buscan definirse, pertenecer y encontrar su lugar en el mundo. Sin embargo, hoy vemos que muchos jóvenes, en lugar de nutrirse de su cultura local y familiar, buscan definirse a través de modelos y tendencias de las redes sociales que no siempre reflejan su realidad o sus valores. El problema es que esta "identidad globalizada" está muchas veces vacía de significado profundo, lo que lleva a una desconexión con sus propios orígenes y una fragilidad emocional.

Diversos estudios científicos han demostrado el impacto negativo de las redes sociales en la salud mental de los adolescentes. Un estudio publicado en The Lancet Child & Adolescent Health (2020) encontró que el uso excesivo de redes sociales está vinculado a mayores niveles de ansiedad, depresión y problemas de autoestima en los jóvenes. Esto se debe en gran medida a la constante comparación con los ideales de belleza, éxito y felicidad que se promueven en las redes, ideales que son inalcanzables para la mayoría.

Como madre, me preocupa profundamente el daño que esta adicción a la tecnología está causando, no solo a nuestros hijos, sino a nosotros mismos. Cada vez estamos más desconectados de lo que realmente importa: nuestras relaciones humanas, nuestra conexión con la naturaleza, nuestra capacidad de estar presentes y disfrutar de lo simple. Charles Darwin, en su teoría de la evolución, nos recordó que somos seres adaptados a la naturaleza, a lo sencillo y a lo esencial. Sin embargo, hemos creado un entorno donde la comodidad extrema y la hiperconectividad nos alejan de nuestra verdadera esencia.

Es irónico que, mientras más "conectados" estamos tecnológicamente, más desconectados estamos de lo natural, de lo humano. El exceso de información y estímulos constantes que nos brindan las redes sociales no solo afecta nuestra salud mental, sino que también nos distancia de lo que somos en esencia: seres sociales que necesitan contacto real y físico.

.Yo creo que no se trata de demonizar la tecnología, porque es buenísima si la usamos bien, sino de encontrar un equilibrio. Sería bueno tomar consciencia del tiempo que pasamos en las redes, del contenido que consumimos, y de cómo este afecta nuestra salud mental y emocional. Y lo más importante como padres tenemos la responsabilidad de enseñar a nuestros hijos a valorar su cultura, su historia, y a no dejarse arrastrar por las corrientes de una identidad “tendencia” globalizada que, aunque pueda ser atractiva para ellos, muchas veces carece de valores y significado.

Que tengas una buena semana un abrazo y recuerda dejarme en comentarios qué te pareció esta artículo.

Nancy